26.2.07

Zurdos razonables

Resulta sumamente difícil plantear un debate de ideas cuando ya se ha largado la carrera electoral. El 2007 es un año clave para la consolidación del proyecto nacional como también puede resultarlo para “el kircherismo”. La frase puede parecer provocadora porque lo es.

Desde el 25 de mayo de 2003 a la fecha han sucedido unas cuantas cosas. Para qué vamos a realizar un repaso laudatorio si la máxima apuesta de la oposición es no perder en primera vuelta.

Por derecha se afirma que los excepcionales precios internacionales de los commodities son motivo y razón única del fenómeno K. Por izquierda apuestan que el modelo de los 90 no ha cambiado, y que sólo se trata de gestos y palabras duras que terminan en acuerdos con “el imperio”.

Ambos análisis concluyen en error, no por falaces sino por miopes. Es cierto que el precio de las materias primas ha beneficiado sustancialmente el crecimiento del PBI, tan cierto como que los ingresos fiscales han engordado al ritmo de la producción y de las exportaciones. Las retenciones hacia este tipo de negocios hacen que el Estado reciba una parte de las diferencias generadas en el tipo de cambio que de otra manera enriquecerían exclusivamente a los productores. Con este aporte se financia el aumento de la inversión pública a partir de obras no pensadas en los ricos tiempos del 1 a 1. También se han volcado hacia el mercado interno millones de mangos mediante planes de inclusión o aumentos de jubilaciones. Más guita adentro fomenta el consumo, éste genera más producción y producir más requiere de más empleo.

Con una desocupación de más del 20% los salarios no presionan hacia arriba, más bien imploran al cielo. Cuando la expectativa mejora y los índices se reducen aumenta la demanda de bienes y también de trabajo, ergo los precios tienden a subir.

Quienes producen desean compensar utilidades no percibidas durante la depresión y aprovechar el envión ascendente de una demanda sostenida. Los trabajadores reclaman mejoras retrasadas y superar los escalones de la inflación anual. Si esto sucede, como está sucediendo, comienza a cambiar la ecuación en el reparto de riquezas, si fuera al revés se produciría una pérdida en el poder adquisitivo desacelerando el consumo, la producción y la creación de empleos, propuesta que eyectó a Lavagna del Ministerio de Economía.

Si, además, el Estado planifica e invierte en áreas en las cuales la rueda surfea la inercia, además de aumentar el PBI se avanza hacia el desarrollo que, simplificadísimamente, agrega valor a la producción mediante tecnificación y elaboración. La declamada inversión privada se suma para hacer negocios, no para almidonar la escarapela.

Seguramente hay sectores más propiciados, la Estrategia Argentina parece estar definiendo áreas de interés que chocan absurdamente con otras. El turismo, sólo un ejemplo, le saca un cuerpo a la ganadería por tironeos inertes de corporaciones que pretenden un modelo de país de levita y bigotera.

Los que corren por izquierda declaman expropiaciones, nacionalización (o estatización) de la producción, aumentos masivos o la prohibición de la Coca Cola.

El socialismo del siglo XXI está siendo debatido en todos los rincones del planeta. El bolivariano, anunciado por el Presidente Chavez, presume no dejarse llevar puesto con los precios de su producción petrolera –está en una posición de fuerza interesante-, venderle a quien tenga ganas y repartir mejor fronteras adentro. La re-estatización de la telefonía le costará a Venezuela 25 mil millones de dólares, algo más caro que un decreto.
El camino seguido por Evo Morales en Bolivia es similar, no está declarándole la guerra a España sino que le ha dicho a Repsol (y a Petrobrás) que el gas ya no se paga con espejitos de colores.

Si bien el nivel de desarrollo industrial de Brasil es mayor también son serios sus problemas internos. Mientras un sector de la nación vive en el siglo XXI la mayoría de su gente padece problemas del XIX.
Uruguay es defensor de la ecología pero también busca encontrar su camino más allá de las vacas. Nuestras diferencias son de idioma, mientras decimos “medio ambiente” los charrúas hablan de inserción productiva global.

Contextualizar básicamente un pedacito de Latinoamérica resulta necesario para la discusión política. La globalización es un proceso que puede resultar más o menos simpático, ignorarlo no lo detiene, ni siquiera facón en mano. Y Cuba es un museo.

Confundir Interés Nacional con los intereses de algunos nacionales de estirpe y acervo resulta impropio y egoísta. La teoría del derrame sucumbió por la voracidad de fabricantes de vasos cada vez más grandes.

La mentada defensa del interés nacional trata de cosas sencillitas como aumentar la escolaridad, disminuir la mortalidad infantil, garantizar la salud pública, fomentar el empleo productivo, equilibrar las reglas del mercado, velar por una justicia decente y procurar que el que se caiga del sistema sea contenido y asistido por un estado preocupado y solidario. Kirchner es a Stalin lo que Lennon a Bush.

En tres años y pico se han dado muchos pasos en ese sentido. Algunos más largos que otros. Debo reconocer también que uno termina cebándose cuando recibe más de lo que espera y que esto genera ansiedad e inclusive hasta posturas críticas.
Adjudicamos infalibilidad a la conducción aunque en este caso se trata de errores propios: nadie es perfecto. Kirchner también lo ha demostrado, en Misiones, por ejemplo. Rápido y audaz, sin embargo, corrigió en 24 horas.

Lo cierto es que la continuidad del camino requiere la fortaleza de un gobierno con todas las pilas. Aquí hay mucha tela para cortar: el poder es de los ganadores aunque ganar no sea una cualidad sino nada más que una calidad.
Los proyectos ganadores “llave en mano” que abona el presidente favorecen la consolidación del poder gubernamental pero también alimenta monstruos a los que nos toca ir cortándoles la cola.
Sabemos que la política no arranca desde un punto cero como tampoco son confiables los autollamados procesos fundacionales, al menos los posteriores a la llegada de Noé con su barquito. La historia política ha sido autora de la Historia Argentina.

La necesidad de un debate no tiene que ver con puros vs. impuros, pobres contra clases medias o peronistas con no peronistas.

La defensa del interés nacional requiere antes que nada definir conceptualmente "de qué se trata". La posibilidad de que lo general minimice el reclamo sectorial genera oposiciones hipócritas que esconden sus anhelos solicitando un modelo más claro.

La construcción del proyecto nacional, racional y popular refiere a la tipificación de un Interés Nacional donde debe importar menos el “qué” que el “para quienes”. Y aquí, ya sabemos, habrá algunos que se acerquen por interés y otros por nacionales.

19.2.07

Viejos Imberbes

Recibo semanalmente unos cuantos e-mails de compañeros respondiendo y/o proponiendo líneas de profundización a las cuáles tal vez por incapacidad no llegue nunca.
Lamentablemente, o bien la tecnología amilana, o quizás algunos tampoco quieran exponer sus ideas más allá de mi casilla. Lástima, porque creo que el caldo mejoraría si todos pusiéramos nuestro verbo en la misma olla.

Algunos sectores interesados subrayan las contradicciones del justicialismo a partir de las citaciones y pedidos de captura originadas por los desmanes de la Triple A. Están los que dicen que el despertar jurídico es el bumeran de la política de derechos humanos encarada por este gobierno desde su arranque y que podría terminarse uhhh… más allá. En síntesis, que la interna peronista tiñe los tiempos para atrás pero también para adelante.
Pocas palabras para esta falacia que contradice la Justicia: El terrorismo de estado es un crimen de lesa humanidad. Elegir ente Videla o Lopez Rega es una opción falsa, sería como optar entre la inyección o la pastilla.

Que sigue habiendo turros dando vueltas no debería ser una novedad. Este tipo de aprestos esconden un volver a transitar hacia la Teoría de los Dos Demonios como forma de agrietar la concepción ideológica de nuestra política. Jugar la carta “Perón” es el manotazo de ahogado de sectores que no dan pie con bola ni con la economía, ni con el sentido común. Son sólo gente jodida. El crecimiento nacional, la reindustrialización, la inclusión social y el reparto de la riqueza se muestran posibles aún mientras ellos ganan guita. El fantasma de la inflación por aumentos de sueldo se esconde debajo de la misma sábana que la crisis energética, de la desinversión que fomentarían las retenciones y, ahora, de la búsqueda del origen del terrorismo de estado en una interna eterna.

Libros de Historia Argentina hay unos cuantos. Sólo unas palabras sobre el tema: el estado no practicó el secuestro la tortura y el asesinato para que Crónica tuviera temas sangrientos en la tapa, fue un plan sistemático de entrega del patrimonio nacional que no admitía disidencia, resistencia, ni oposición. De hecho tanto Lopez Rega, Massera, y Suarez Mason eran miembros activos de la logia P2 de la cual Videla era también simpatizante. Licio Gelli era masón pero le interesaba más la plata que encontrar el Santo Grial.

Las discusiones de filosofía política son siempre interesantes. Sin embargo cuando de dineros se trata ya lo decía un maestro: “billetera mata galán”.

Repito una convicción: El peronismo hoy no existe más que como un sentimiento del militante, como una emoción, como un compromiso interno con la solidaridad y la justicia social. El Partido Justicialista ya no comunica identidad.

Duhaldismo, Juarismo, Menemismo, Adolfismo, Felipismo, Cafierismo, Vandorismo, incluso el Lopezreguizmo y, hasta hoy día, el reciente Lavagnismo, entre tantos, son o han sido formas del peronismo.
Una forma triangular no define un isósceles o un equilátero de la misma manera que una forma humana podría representarme exclusivamente en otro planeta. Cuando aparece la palabra “Forma” el rasgo se hace silueta y el individuo una sombra.
Podríamos profundizar acerca de si no fue el mismo Perón parte de ese mismo proceso que él inventó, cabría entonces agregar que se trató entonces del más inteligente de los peronistas. Y haciéndole caso a los muchachos de La Fraternidad no vamos a ponernos a joder porque de eso no se trata este asunto.

Sí deberíamos acordar que el justicialismo originalmente conducido hasta el final del exilio español mudó su orfandad a sectores oportunamente pugnantes.

Independencia económica, soberanía política, justicia social, pensamiento nacional; concepciones cruciales acerca del “proyecto de país” trocaron por humores, conveniencias o “formas” adheridas a las coyunturas históricas contextuales.

Y más allá de los estilos de conducción que siguieron y de los respectivos talentos lo que quedó en evidencia es que esa carga ideológica fundadora del movimiento tornó en libres adaptaciones tamizadas por la personalidad del conductor de turno, de sus métodos, y de sus prácticas.

Es necesario realizar un balance creativo para poder encarar el próximo paso. En esta línea estaríamos preguntándonos pronto si Kirchner es o se hace. Y uno de los mayores peligros que enfrenta la etapa es consolidarse como un “ismo” más.
Los lúcidos coqueteos de Kirchner con los saldos del PJ nunca lo han absorbido lo suficiente como para no mostrar idénticas caricias hacia sectores del radicalismo o del socialismo. Con igual energía ha esquivado todos los intentos de atornillarse a un partido del que no reniega sino que anhela resignificar.

De ahí que la posibilidad anunciada de no reelegir obligue a la muchachada a pensar más allá del triunfalismo. Lo que está en discusión es un modelo económico, un modelo de administración, de distribución de riqueza, de inclusión, y de relación con el mundo.
Lo menos oportuno para discutir son nombres propios, ya que lo que está en juego es la consolidación de un Proyecto Argentina que debe sucedernos. Y es aquí donde sí importan las trayectorias y los pasados de compañeros (o no) que con algo más que entusiasmo se aventuran hacia la línea oficial.

Como ya se ha dicho, la oposición vive destacando características de la personalidad del Presidente desde el día uno. Que el traje cruzado, que tiene mal carácter, que es intolerante, hegemónico, que es poco cordial y que le gustan las bromas pesadas, que ningunea y reta, que es obsesivo y tantas cosas más. Si nos detenemos cinco segundos podemos observar que la intencionalidad de este tipo de parrafadas tiene por objeto centrar las miradas en las formas minimizando las propuestas centrales que ha hecho el gobierno aún con los mocasines sin lustrar.

Vieja frase política la que dice que el que quiere garantías debe comprarse una licuadora y aunque uno bien sabe que la traición es condimento de la política, minimizar los riesgos no es cuestión de sectarismos sino una decisión estratégica determinante. Pingüino, pingüina, tero o tatú carreta no importa, está llegando la hora de “aguantar la parada” y convalidar el proceso para adelante. Nuestras ideas han copado el centro de la escena, “abandonar la plaza” no es una opción posible, al menos no para nosotros.

10.2.07

Aroma Electoral

Siempre hay tiempo para encontrarse con personas interesantes. Más aún si uno se ofrece la oportunidad de adjudicarle importancia a lo que dicen otros por el sólo hecho de ser otro. Tal vez una de las cuestiones más insólitas en las que ha caído la política es en creer que solamente lo que uno piensa constituye la realidad. Probablemente un excesivo pensamiento conspirativo pone a todo lo que está más allá de la cabeza propia en situación de sospecha o de no verdad. Esta característica de la dirigencia constituye el mejor camino hacia la profecía auto cumplida ya que el camino hacia la verdad resulta inviable si el entramado político se moviliza cada vez más lejos de la síntesis.

Kirchner ha contribuido mucho a la confusión de “la gilada” y aplaudo que así sea. Antes de haberse lanzado por la presidencia hablaba ante grupúsculos de incrédulos seduciendo a partir de frases poco rimbombantes pero elocuentes: Superávit Fiscal, Memoria Pública, Movilidad Social Ascendente, Desendeudamiento y Legitimidad de Gestión. Logrado el primer milagro (la presidencia) cumplió con sus propias sentencias, así la legitimidad de gestión se convirtió en valoración ciudadana, recuperación de la autoridad presidencial, imagen positiva, intención de voto y, para la oposición, vocación hegemónica.

En alguna otra ocasión expresé que la debacle de 2001 proponía a la militancia un camino obligado hacia la reflexión y que difícilmente se lograría un salto de calidad ignorando que estábamos en presencia de situaciones distintas y que nada de lo pasado serviría como antecedente.

Días pasados un compañero me decía que mientras se producen nuevos ladrillos, otros pueden hacerse también con el polvo de los viejos. Recordé aquella vieja frase de Perón (adjudicada también a Yrigoyen) acerca de que un rancho se construye con barro pero también con bosta. Imagino que el autor intelectual del ingenio jamás habría dudado acerca de las proporciones apropiadas…

Lo cierto es que en medio de la acallada campaña electoral en curso el enamoramiento hacia el modelo instalado deviene de su éxito probado y no de su concepción. Digámoslo más claro: partidarios del ajuste, de la discrecionalidad del mercado, laudatorios de la globalización, de la venta de activos a costa de endeudamiento irresponsable e improductivo, facilitadores del olvido y explicadores de la problemática del desempleo mundial son hoy admiradores del presidente e incluso también pretendidos referentes.

Con algunos amigos locales se puede hablar también acerca de cuál es el rol del Frente para la Victoria. Y ya aquí comienzan a vislumbrarse algunas diferencias serias. Hay quienes afirman que el FpV es una mera herramienta electoral que desaparecerá después del 28 de octubre. Otros observan el espacio como un aggiornamiento del PJ y otros, entre los que me incluyo, consideramos que se trata de un agrupamiento nuclear primario que busca su lugar a partir de una comunión ideológica y metodológica acorde con los tiempos, una fuerza moderna de centro izquierda con hambre de gloria.

Sobre los primeros… nada.
Si alguien cree que la línea oficial del proyecto nacional se reduce a cambiar el escudito estamos sonados. El peronismo no existe más que como un sentimiento, como una emoción, como un compromiso interno con la solidaridad y la justicia social. Obviamente estoy seguro de que ese sentimiento sí es el núcleo duro del FpV.
No se puede hablar hoy de Partido Justicialista y que eso comunique una determinada identidad. Asistiremos en algún momento –espero que pronto- a la renovación dirigencial que jubile a los bipolares y reconstruya un partido que no está exento de una necesaria autocrítica. Resulta imposible invitar a los ciudadanos a comer un plato que nadie puede expresar como está hecho. También resulta impropio pedirle a la gente que crea en el mozo que atiende la mesa que le tocó en destino.

Coyunturalmente aparecen otros sectores o lineamientos que reproducen lógicas idénticas, la Concertación Plural, Compromiso K o el Frente Transversal por nombrar algunos otros ordenamientos padecen idénticos sentires. Pujas que a veces tienen nombres propios impiden el crecimiento de una fuerza ordenada y necesaria.

El kirchnerismo marplatense no se ha animado todavía a asumir claras definiciones estratégicas comunes. Inclusive desde lo meramente electoral no existe mesa en la cual aún no se discuta qué es lo que va a suceder con Daniel Katz.

Excepto que se piense que nada cambió y que no creamos en lo que predicamos la reelección de Katz como intendente de Gral. Pueyrredón es imposible. No se puede hacer política y menos todavía pretendiendo estar cerca de este gobierno mintiendo. No ha dicho una sino varias veces que no pretende un nuevo mandato y que la intendencia es para él una etapa concluida. Estamos obligados a creerle y esta apuesta debe darse en el convencimiento de que la población también creció. Nuestras convicciones políticas deben ser contrarias al engaño y al caradurismo.

Algunos compañeros ya han lanzado sus candidaturas a la calle y otros piensan hacerlo a la brevedad convencidos de que el debate, la discusión y la síntesis resultan superfluas. Y lejos de contradecir o apoyar cualquier representación lo que evidencian es que proyectos personales aislados pretenden conducir “lo nuevo” con formas propias del feudalismo.


El Frente por la Victoria ganará las próximas elecciones en Mar del Plata o saldrá segundo. Cualquiera de las dos situaciones podría mejorar notablemente la situación política local reordenando las cenizas partidarias, renovando protagonistas, jubilando, obteniendo mayores ámbitos de representación para el proyecto en el que creemos y ofreciéndole a los vecinos la oportunidad de ampliar las bases que sustentan el proyecto nacional.
Saldrá segundo si la miopía abarata el razonamiento que hoy avanza hacia el fraccionamiento y la dispersión. Suponer internas en el FpV es obtener un título de cachivache con medalla de oro. Podría incluso terminar tercero.

De lo que no me queda absolutamente ninguna duda es de que “Pingüino o Pingüina” y Scioli obtendrán un triunfo demoledor en la ciudad. Kircher ganará las próximas elecciones, inclusive las locales, con nosotros o contra nosotros. Montañas de barro y bosta están prestas para la construcción, no pretendamos también que nos enseñen a hacer la mezcla.