26.3.07

Opresión y Masacre

Tengo un hijo adolescente que sabe quien fue Rodolfo Walsh. El tiene una profesora de “Lenguas” que habló de Walsh en una escuela pública independientemente de que una ley provincial les invitara a leer la “Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar”. Cuando ella habló de Walsh mi hijo ya sabía de quién se trataba y no le llamó la atención que fuera ella quien lo hiciera.

Mi hijo adolescente tiene amigos que concurren a otras divisiones de la misma escuela que ignoran quién fue Walsh. El largo brazo de la ley no llega a todos lados, los docentes se reparten los cursos. Walsh murió hace 30 años y no fue tan famoso como Borges que hubiera merecido el premio Nobel. Borges tiene tantos difusores como Piazzolla que era marplatense y no murió ciego en Ginebra.
Piazzolla y Borges eran tangueros cada uno a su modo, armoniosamente. Ninguno fue peronista, más bien todo lo contrario. En el ‘55 Piazzolla, Borges y Walsh celebraron la “libertadora” que algunos siguen escribiendo con mayúsculas. Piazzolla aprovecha ese tiempo para revolucionar el tango mientras Borges dirige la Biblioteca Nacional, Rodolfo escuchó “hay un fusilado que vive”.

Rodolfo Walsh se hizo “incorregible” después. Uno podría decir que la vida lo hizo así. Un tipo capaz de descubrir mensajes cifrados de la CIA, sin conocimientos sobre criptografía, seguramente tenía la posibilidad de encontrar claves más mundanas con sólo dejar que la realidad ingresara a su cerebro a través de esos lentes de culo de botella. Quizás el hombre fue más montonero que peronista. Quedó impactado por “Esa Mujer”. Era nacionalista y curioso. Un gran escritor al que le costaba muy poco su trabajo ya que las palabras le brotaban más simples en la máquina de escribir. Amante del género policial pronto descubrió que el periodismo era fuente inagotable para el tipo de literatura que eligió transitar. Así fue mezclando su afán de detective irlandés con investigaciones sólidas en tierra propia. La militancia se hace viva y comprometida cuando coincide con lo que uno ama. “Operación Masacre” no es una novela. Truman Capote fue otro gran escritor e inquieto periodista pero de “sangre fría”. Su vida ganó un Oscar el año pasado.

Walsh amó contar la verdad y le inyectó la energía juvenil de sus hijas, especialmente de Vicky. Se hizo socialista y revolucionario al punto de utilizar su arma sin temor ante la injusticia de la opresión asesina. Dispara, dispara, dispara sin vacilar palabras que resuenan aún en alguna escuela pública que algunos eligen no reproducir.

Exactamente un año y un día después del golpe del 76 y mientras hacía circular su última obra caía emboscado por un comando de la ESMA en Entre Ríos y San Juan.

Ejemplo como escritor, como investigador y militante comprometido con la causa popular había escrito lo que resultaría su testamento “Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar”.
Con pluma quirúrgica realiza un balance de 365 días del gobierno de facto. El texto, en sí mismo, es una pieza literaria magnífica, una hoja de ruta de su tiempo y un claro indicador del camino iniciado por el proceso.

El periodista habla de la suciedad de la guerra elegida por el proceso, de la tortura y de la persecución. Devela procedimientos con datos certeros cuya crueldad plasma casi sin adjetivos. Con frases cortas, con puntos seguidos, con comas elocuentes y despejadas de efectismos que no pudieran ser contrastados a partir de recortes de diario encontrados en ediciones ya censuradas.

Walsh los desnuda, y si bien superaba con creces a la media de la inteligencia normal, elige hacer hincapié en cuestiones que afectaban la vida cotidiana de las personas que aún después de caída la dictadura, y en medio del “Nunca Más”, optaron por afirmar “Yo no sabía nada”, “Nunca me imaginé que pudiera haber pasado algo así” o simplemente “A mí nadie me molestó”.

El mártir afirmó que en sólo un año el proceso redujo el salario de los trabajadores al 40% disminuyendo la participación en el ingreso nacional al 30%, elevó la desocupación a la cifra record del 9%, redujo un 3% el PBI, consolidó una inflación del 400% y elevó la deuda externa a 600 dólares por habitante.

Quizás pocos literatos hayan hilvanado palabras con la enorme y laberíntica capacidad intelectual de Jorge Luis Borges. Borges fue indudablemente un incorregible que prefirió morirse cerca de su lugar aunque este estuviera tan lejos de Argentina. Astor Piazzolla se sumergió con su bandoneón en las fugas y los contrapuntos de Bartok y así fue ganándose la amistad y el respeto de enormes músicos de jazz, llegando al extremo de agregarle una guitarra eléctrica a sus tangos.

Paseos, calles, premios, aeropuertos y escenarios cargan los nombres de tan ilustres personajes argentinos que ningún docente (o padre) esquiva compartir con adolescentes necesitados de conocer algo que quede un poco más lejos que Maradona.

La historia no es un proceso estático y predecible, tampoco es un ámbito donde sentarse a esperar que la vejez nos encuentre memorando a revolucionarios muertos como si la tarea hubiera concluido.

La década menemista, (que en la continuidad de su política incluye los infaustos 2 años de De La Rúa) concluye con salarios que representan el 16% del ingreso, una desocupación del 22% (+19% de subocupación), un PBI per cápita 15% menor a tiempos de Walsh y, mientras durante el primera año del proceso la brecha entre el 10% más rico es de 7 veces y media, el menemismo lleva ese número a 38 veces! La deuda externa que alertaba Walsh llega en 2002 a la baratija de 3700 verdes por cabeza.

El estrechamiento de los márgenes para la tortura y la desaparición forzada de personas del proceso no impidió proseguir el camino iniciado por Martínez de Hoz y Videla con los gobiernos democráticos de Menem y De La Rúa lo que debe llevar a una reflexión obligada: los crímenes de la dictadura no eran un fin en sí mismo.

Ni el esperado encarcelamiento de todos los genocidas, ni aún sus muertes naturales, harán desaparecer una política que se agazapa, aguanta y espera la docilidad de un pueblo autista que considere LA MEMORIA como un tema de zurdos setentistas.

20.3.07

Condiciones de Apareamiento




Un mail que recibí hace unos días me cuestionaba una supuesta postura provocadora. La recibí como el mejor de los halagos ya que de eso se trata.
Parece un cuento remanido, pero últimamente no se habla de otra cosa. La transversalidad ha vuelto a transformarse en el eje de construcción de la política nacional.

La sola mención de la palabra suele despertar algunas sospechas. Cuando arrancó el gobierno, Kirchner procuró circular un camino nuevo que le diera sustento barriendo horizontalmente las antiguas líneas partidarias.
Algunos compañeros encargados de arrancar con esa movida interpretaron que se trataba de armar un seleccionado con los “renegados” de los partidos tradicionales y que esto concitaría el fervor de los independientes hacia un compromiso militante.

El primer intento transversal se nutrió entonces de venidos del Frepaso, del Frente Grande e incluso del ARI, en síntesis ex PJ y ex UCR.

Lejos de querer lastimar a nadie, no se trataba de espacios surgidos de la gloria sino más bien del fracaso. Del fracaso de haber “perdido adentro” las discusiones vectoras de la concepción de lo que para ellos deberían significar sus respectivos continentes. No fue por comodidad sino por abulia y descontento con las políticas que los partidos habían esgrimido, fundamentalmente, desde la dictadura para acá.

El derrumbe de la ilusión del Tercer Movimiento Histórico proclamado por Alfonsín y el recientemente fallecido sociólogo Juan Carlos Portantiero, transitó hacia la paradoja de devaluar la UCR con un proceso inflacionario incontrolable, y en especial ante la imposibilidad de sostener el discurso con la acción.

La renovación peronista del 87 sucumbió cuando algunas de sus principales espadas expresaron el gustito por la “buena vida”.
El PJ de los 90 fue un partido conservador y ultraliberal que contuvo a los dirigentes más ambiciosos, económicamente hablando, claro está.

Permítanme algunas palabras sobre el menemismo al que se lo puede atacar desde la ética ejercida en la función, en su concepción económica entreguista, en su autoconvencimiento de que la historia importaba menos que un viaje a Paris o de su apego por el narcisismo. A pesar de que estas y muchas otras cuestiones puedan endilgársele con justicia a aquellos tiempos, no ha quedado lo suficientemente arraigado que el peor daño producido fue una reducción sustancial de los niveles generales de moralidad pública, modificando el piso para los funcionarios pero también para la población. Así el noble paradigma nacional de “mi hijo el doctor” se reemplazó por “el que tiene guita hace lo que quiere”.

El Pacto de Olivos, además de permitir la reelección de Menem, un Senador por la minoría y la reforma constitucional del 94 fue la hipoteca signada por los dos mayores exponentes de ese tiempo entregando como garantía el bipartidismo.

Las atrocidades producidas por Menem en ejercicio terminaron con su historia. El Pato Donald hubiese ganado las elecciones a cualquier hombre del mismo palo. Duhalde pierde en el 99, aún con una propuesta opuesta a la del gobierno anterior y mediante una fuerte escisión interna porque la desconfianza popular excedía a Menem tiñendo todo lo que tuviera olor a peronismo.

El socialdemócrata radicalismo pensado por Alfonsín cayó derrotado por la global onda neoliberal de los tiempos que acuñaron a Menem. La segunda década infame desarticuló el discurso de la UCR (y del Frepaso) convirtiéndolo en una propuesta híbrida que clamaba, con la Alianza, la continuidad del modelo económico pero con un poco más de transparencia.

Aquella, ideada por Alvarez y Alfonsín demostró tres cosas: que Chacho hubiera necesitado ansiolíticos, que Alfonsín podrá ponerse viejo pero nunca boludo y que De la Rúa merecería su propia atracción en Disneylandia.

La ciudadanía cacerolea –independientemente del corralito- porque el menú político a la vista ofrecía como opciones delincuencia o inoperancia. “Que se vayan todos” no fue un slogan sino un razonamiento lógico: con los militares fuera de juego y la política arruinada “dejen que el destino lo arregle”.

De aquí para adelante la memoria es más atenta y pido disculpas ya que esta apretada síntesis está dirigida especialmente a los más jóvenes. Veamos entonces que es lo que traemos como semillas para la construcción de este repollo.

La Transversalidad es uno de los cuños del siglo XXI argentino y expresa una comunión que procura ir más allá de los límites partidarios. Es difícil, sin embargo, construir con cenizas.
La Concertación es una profundización de la transversalidad, o más bien un blanqueo donde no ingresan sólo “renegados” sino también referentes con peso propio, ergo: ganadores en sus distritos.

El camino simple no necesariamente resulta el más apropiado. Tal vez por esa razón ahora se haya preferido cambiarle el nombre. Vamos a tratar de utilizar pocos eufemismos, la Concertación trata de un agrupamiento de “personalidades” de diverso origen con un determinado prestigio y/o apego territorial.

La agilidad del PJ y el rápido encuadramiento de la dirigencia recuerda al girasol. Aún así, las disputas binarias producen alineaciones fortuitas que han parido, en la provincia de Buenos Aires por ejemplo, un kirchnerismo puro mezcladito con menemistas, felipistas y duhaldistas.
Los últimos en caer son siempre oposición férrea aunque no necesariamente por convicción sino por una simple cuestión de tiempo.

El radicalismo también tiene sus cuitas. Los que han mantenido territorios a pesar del lastre de sus referencias nacionales se expresan hoy como dueños exclusivos de su destino y por ende ni sueñan en sacrificarse por el partido. Así hay radicales radicales (RR), radicales opositores (RL) y radicales oficialistas (RK). En cualquiera de los tres casos la discusión no ignora especulaciones de posicionamiento electoral…. Qué paga más.

Conozco el progresismo radical de Gerardo Zamora en Santiago del Estero y no es muy diferente del futuro progresismo peronista de Juan Schiaretti en Córdoba, ni el de muchos intendentes y legisladores en la Provincia de Buenos Aires.

Podrá llamarse Concertación o como les guste, nadie debe preocuparse por el nombre: Charles puede ser Manson o Chaplin.

Son simples y baratas las apreciaciones que un militante puede hacer desde su casa incluso cuando reconoce la urgencia de construir un proyecto nacional garantizado por una conducción indiscutible.
Es deseable no perder de vista la importancia de persistir en la construcción y en el debate en niveles inferiores a la Casa Rosada. El poder se consolida con votos pero se legitima con adherentes convencidos y comprometidos.
Un somero repaso de la historia reciente exhibe con crudeza la inobjetable realidad de que ganar una elección sólo garantiza los cargos.
El poder y la política deben marchar de la mano, de lo contrario hablar de política será sólo un ejercicio intelectual y tener poder una mera obtención de sueldos públicos.

Nuestra política necesita poder como garantía de retroalimentación y crecimiento. Aún así, mientras el poder soluciona los problemas laborales, de ingreso e inserción social de quien lo detenta, la política permite atacar el desempleo, mejorar el reparto de las riquezas y propender hacia una movilidad social ascendente.

Kirchner ha recompuesto la autoridad presidencial legitimándose a partir de su gestión, quizás nuestro humilde trabajo consista en plagiarle las virtudes animándonos a reconocer (y modificar) que lo que la sociedad opina sobre los políticos no refiere a las chapas sino a lo que se ha hecho con ellas.
Y esto, tal vez, nos ilumine para diferenciar a los que están concertando de los que andan contorsionando, una vez más.

14.3.07

Devaluación y Utopía

Recuerdo haber compartido un encuentro con compañeros del MTD de Solano (Quilmes) a comienzos de los 2000. Esa experiencia difícilmente podrá olvidarse, como tampoco la angustia que cargábamos todos durante ese tiempo. La “mishiadura” nos tenía jaqueados, incluso hasta a los que sabíamos que de alguna manera u otra nos la íbamos a arreglar.

El MTD, paralelo a un estado inexistente, no ofrecía contención sino que aseguraba mínimamente condiciones de supervivencia. Educación, salud, alimentación e incluso la seguridad eran resortes del colectivo asambleísta.

Enrique, un miembro lúcido y formado, comentó acerca de las características de un movimiento que no tenía entre sus objetivos la inclusión sino el tránsito hacia la autonomía. Escapar de la condena a la que los había llevado el modelo económico transitando la organización y la ejecución de acciones coordinadas sin disputar lugares de poder que excedieran su ámbito era la consigna. No sonaba a otra cosa que a la búsqueda de sobrevida, literalmente hablando. Los objetivos de aquel MTD estaban trazados en el largo plazo… El carecer de un sueldo no iba a alejarlos de reconocer al trabajo como creador y transformador de la realidad. La obtención de planes sociales, en este contexto, era el sustento del individuo y también del colectivo mediante una solidaridad acordada.

Habrá sonado a dislate mi pregunta en aquella oportunidad; qué sucedería con la organización si las condiciones que le han dado existencia desaparecieran. Enrique me contestó que eso no ocurriría nunca ya que la exclusión era inherente al capitalismo. Entonces, me animé y tragando saliva retruqué: qué sentido tiene la resistencia si se renuncia a la utopía. La utopía, me contestó, vive en cada pibe que en vez de salir a chorear viene a la escuela de panadería.
….

Días atrás, conversando con algún dirigente nos dedicamos a aquello que se pretende discutir acá. La política en sí misma, nuestra política, tendiente a crear un proyecto nacional, racional y popular.
La cuestión es que hablábamos acerca del importante desarrollo producido por los movimientos sociales surgidos de las demandas piqueteras de entonces. Estos agrupamientos han ofrecido al gobierno magnificas respuestas a cuestiones centrales. Basta recordar que los piqueteros tomaban las calles en justas demandas que les permitieran asomarse al sistema mientras los incluidos, empujados por los medios de comunicación, pedían a gritos “represión” y “libre tránsito”. Los movimientos sociales fueron continentes de lo peor de la crisis económica gestada durante treinta años y el espejo donde la sociedad elegía no mirar por temor a encontrarse.

En el mundo actual y con el desarrollo alcanzado en la investigación social y el soporte tecnológico para los sondeos de opinión pública puede descubrirse fácilmente quién tiene uñas de guitarrero.
La cosa es dónde tiene que situarse el político en funciones cuando observa un cuadro estadístico: detrás de lo que le dicen las encuestas o escudriñando las causas que la originan. En definitiva el líder va detrás de la gente o delante de ella.

La jugada es difícil porque de un lado esta uno solito con su alma y en el otro los tantos por cientos arrojados por la encuesta.

Con el resultado puesto resulta evidente que “seguir el pálpito” además de demostrar coraje infunde mucho respeto. Las organizaciones piqueteras no impregnan las calles ni tampoco los planes han subido de sus magros 150 mangos. Hoy se las llama movimientos sociales.
La lectura hecha por el presidente fue que aquellos que clamaban su ingreso a la sociedad no constituían una amenaza para los ciudadanos. Por el contrario, la opción “represión”+“libre tránsito” amenazaba al plexo de la nación con una desintegración cercana.

Algo, sin embargo, ha sucedido luego con los movimientos sociales. Independientemente de los que claman por la abolición del capitalismo, mayoritariamente han ido sumándose al esquema de poder del gobierno constituyendo una de sus columnas más importantes. No vamos a entrar en mayores disquisiciones que podrían servir en alguna otra ocasión, aunque en síntesis podemos afirmar que este tipo de organizaciones son a Kircher lo que los primeros gremios al peronismo. Y la lectura parece ser clara. Representaron a los más jodidos del sistema mientras los gremios, valga una vulgar simplificación, sólo a puñados de sus propios trabajadores. Sin paritarias la actividad sindical tenía menos trabajo que los pilotos de Lafsa.

La construcción y el desarrollo territorial alcanzado ha tenido una gran extensión, su penetración alcanza distantes lugares de toda nuestra geografía. La realidad ha modificado el escenario de la política, fundamentalmente allí donde el peronismo es amo y señor y donde la falta de trabajo ha producido mayores daños.
Los cientos de miles de militantes de los movimientos sociales en todo el país están ante una disyuntiva de proporciones.

Es tiempo ahora de enfrentar un trascendente desafío que resulta agradablemente palpable. Los MS transitan la senda donde sus bases mutan de desocupados a trabajadores.

Su origen ha sido carcomido por una realidad venturosamente distinta, la dirigencia no ha sido formada en pos de una reconversión que modifique el origen de resistencia y lucha antisistema por una generadora de políticas activas, cuando lo logre estará transversalizando al gremialismo que ahora sí tiene actividad.
La dirigencia de los movimientos sociales no está lejos de este debate. Por el momento, la discusión viene siendo zanjada con proyectos cooperativos o emprendimientos productivos. Sus construcciones territoriales, familiares al peronismo, entran en contradicción con el pensamiento tradicional de la resistencia de izquierda, son, sin embargo, la base más desarrollada que sustenta las políticas nacionales, a veces como fuerza de avanzada otras como necesaria escenografía multitudinaria y popular del proyecto.

No deja de ser un tañir el lento pero sostenido ascenso de sus miembros en la pirámide social, reintegrándose a un sector de la vida ciudadana del que habían sido expulsados durante los 90.

Hay una profunda discusión que punza también el pensamiento del mismo peronismo. Voces calificadas podrán sostener que el origen del movimiento está en el conflicto social. Superar la coyuntura nos lleva a plantear que el modelo expresado por el presidente Kirchner, si bien nace de aquel origen, avanza decidido hacia una anhelada reducción o resolución de la injusticia a partir del trabajo y de un reparto más equitativo.

Estos no son temas menores, fundamentalmente porque los movimientos sociales son actores de la “Nueva Política”.

Una gran virtud que han sabido capitalizar es la incorporación de cientos de miles de jóvenes estudiantes que recuperan la garra asesinada de sus familiares militantes durante los 70.

Así compuestas las respectivas pirámides organizacionales develan una conducción vertical ilustrada integrada por cuadros de los 70, un segundo peldaño de jóvenes militantes formados en el compromiso genéticamente adquirido (y leído) y un tercer y masivo nivel de militantes de base cuya mayor sintonía es la coincidencia de clase y carencias.

Dirigentes de estos movimientos manifiestan su preocupación por contener un desarrollo territorial explosivo hacia una coordinación de fuerzas que les otorgue un destino que, de persistir el crecimiento y la reducción del desempleo, de la pobreza y la indigencia, deberá conducir hacia otro puerto.

Aunque resulta ampliamente evitable, cabe el riesgo de que la evolución pueda ser abortada sometiéndola a un sistema clientelar y punteril permanente, lo que caería en la contradicción de haberse creado lo que nació como su contracara.
Pensando sin tiempo, urge la necesidad de generar y presentar una dirigencia comprometida con idénticos valores independientemente de su semilla originaria.

Hablábamos líneas arriba acerca de la necesidad de que los líderes ofrezcan gestos de audacia y coraje poniéndose al frente de sus propias convicciones independientemente de lo que le susurren los que tiran del saco. Seguiremos en algún lugar del infierno un tiempo más, comienza a vislumbrarse aún así alguna lucecita sugerente y atractiva que irá liberando a los compañeros de la necesidad que los organizó. Se trata entonces de avanzar urgentemente en la conversión de la necesidad, por la convicción y el mantenimiento de la solidaridad como bandera. Y porque no recuperar utopías que, devaluación mediante, hoy cotizan tres veces más que antes.

6.3.07

Escaparse de uno mismo

Tenés que vivir, tenés que sufrir, tenés que sentir, tenés que amar, te tenés que arriesgar, te tenés que jugar, tenés que jugarte, tenés que salir. Moris


Qué difícil se torna plantear temas de discusión cuando ya están lanzadas las “ilusiones” de compañeros pujando por sus destinos hacia las lejanas elecciones de octubre.

Parece que fueran idiomas distintos y eso, más que resultar coyuntural, resuena a patetismo.

Como para ir sacándole las dudas a alguno: no soy bilardista. Creo que hay que ganar, que se puede soñar con la instalación de nuestro proyecto en la ciudad pero que de nada sirve un logro mal habido. Ne se puede vender la tele para comprar el DVD.

En estos días he escuchado alguna postura durísima de un compañero que no admitirá abandonar su pretensión salvo que el mismo Presidente se lo pida. Otro me comentó: “si no sale como quiero me voy a mi casa”. He visto carteles y pintadas por todas partes, y de varios. Aparecen también aquellos imposibles que se autoproclaman candidatos a intendente con el objeto de negociar después un cargo legislativo. Observé, como todos, una operación grosera y berreta en el Diario La Capital invitando a que la ciudadanía clamara por la reelección del señor Intendente con datos falsos. Para convencer al "microclima" aparecen encuestas “truchísimas” en portales de Internet que dan ganador a uno que tiene más votos que gente conocida, como si la tecnología hubiera sido diseñada por estúpidos que no saben que es un IP. Otros, también es válido reconocerlo, chequean si el teléfono tiene tono como quien espera el llamado de una novia, o un novio. Y alguno mira al cielo haciéndose el gil, o esperando el milagro. Además de Katz, en el debate cotidiano también están Pagni y Gariboto. Hay pseudos periodistas que venden sus elogios a cambio de tanda o simplemente por efectivo.

Imaginemos esta situación: en un quirófano, mientras el paciente espera ser operado acostado en la camilla, los médicos se entretienen jugando con los elementos que tienen en el lugar. Un cirujano le arroja a otro unas pinzas que este trata de capturar en el aire con una sola mano, el anestesista divertido le apuesta a una enfermera que en 10 segundos las pulsaciones del enfermo descenderán a la mitad. El instrumentista prende y apaga las luces del potente reflector al tiempo que el radiólogo hace vibrar una placa, entre los dos simulan una tormenta. Bueno, entre todos…

Así las cosas con la nueva política. Escuchaba el jueves el último y largo discurso de apertura de sesiones de Kirchner en el Congreso, la experiencia dice que cuando eso que se ha expresado es la verídica representación de lo que se espera de la política nacional sólo cabe sentir satisfacción. Falta mucho, aunque el trazo grueso haya sido marcado sólidamente, sin embargo, no deja de preocupar. Parece que lo escuchado fuera obra de un inmortal autosuficiente. El soñado proyecto nacional, racional y popular depende de un solo tipo... mientras tanto el resto nos encargamos de producir papel picado.

Evidentemente, una de las cargas que vengo arrastrando desde hace tiempo tiene que ver con esta definición marketinera de “Nueva Política”
Es simple concluir que los medios de comunicación utilizan slogans para definir lo que les demandaría muchas líneas. En suma, Nueva Política refiere a los comportamientos aceptables por la sociedad civil luego de la debacle de 2001. Deberíamos dar por sentado que pretender formar parte de ella requiere algo más que andar con saco cruzado.

La absoluta desidia por alcanzar ámbitos de síntesis conceptual fue reemplazada por hombres previdenciales (no pro) Así, como don Néstor además de presidente es paraguas, no hay mejor forma de construcción que pararse debajo calladitos la boca.

El mismo Katz juega también en ese tablero juntando sellos o nombres de quienes se dicen referentes de idéntico pensamiento. Barrios de Pie, Compromiso K, la pata bonaerense del Partido por la Victoria y sectores del PJ más ortodoxo conviven con coordinadores y otros radicales conversos.

El Frente por la Victoria milita hacia la fractura; mientras un sector enarbola su propio candidato habiendo llenado su álbum de figuritas, la otra ala deambula hacia una comunión innecesaria ya que pocos saben lo que quieren o al menos todavía no se han animado a decirlo.

Vamos a recordar..., como si nos interesara la memoria: en las elecciones pasadas mientras Cristina Fernández obtuvo el 39% de los sufragios para Senadora Nacional, El Frente (de Katz) obtuvo el 23% de los votos con la lista encabezada por Walter Malagutti mientras que el FpV consiguió el 22% con Daniel Rodríguez.
Lecturas que a nadie le gusta hacer: Kirchner se dividió en Mar del Plata (sin ninguna importancia de sellos) regalándole 5% a Acción Marplatense. El PJ realizó la peor elección de su historia con un Basso que nunca terminó de llenar.


La historia se repite primero como tragedia y luego como farsa decía Marx y allí vamos.

De nada sirve ganar si nuestra bandera es portada por traidores y acomodaticios. Si los abanderados otrora fueron escoltas de los momentos más oscuros de la historia argentina, si los ladrones vuelven disfrazados o si los que abrazan la causa de los derechos humanos eran cultores de la mano dura hace 10 minutos.

De nada sirve repetir las vetustas prácticas de instalación y consolidación de imagen comprando medios y periodistas u ofreciendo información de AFIP o voluntades inocentes prometiéndoles dignidad y trabajo.

Faltan ocho largos meses para las elecciones. A muchos de los actores de esta película los conozco y por unos cuantos tengo, inclusive, un aprecio personal. A otros no y no prejuzgo de ellos sino de lo que ya vivimos y no quisiera se volviera a repetir... menos en un marco tan favorable y auspicioso.

No creo que sea oportuno el nacimiento del “kirchnerismo crítico”. La voluntad de diálogo, aún de fuertes discusiones, resulta necesaria y urgente. Dejar los egos e intereses personales en la vereda resulta imprescindible, al menos para los que genéticamente cargamos con estas ideas. La palabra es hueca cuando no va cargada de acción honesta y militante. Primero la Patria, segundo el movimiento y por último…

Y los que resulten, que sean los mejores, porque los mejores son siempre buenos compañeros.

PD: tenía mejores asuntos para esta semana en la que el temperamento me pudo.