Definir a un funcionario progresista en base a lo que lee, por como se viste o por los CD’s que tiene no parece producto de un análisis muy profundo.
Ahora, que estamos tratando de presentar una concertación -no confundir con concentración-, aparecen actores confundidos: sobre la democracia, sobre la realidad, sobre la historia, la gestión pública e inclusive sobre qué es la política. De qué trata lo que pretendemos llamar progresismo, proyecto nacional y popular, nueva política, era K o Concertación.
Afirmamos la trascendencia fundante de la palabra como expresión de las ideas aunque esta puede relativizarse hasta su desintegración cuando se ocupan lugares de representación. El candidato llega por lo que piensa y luego dice pero debe probar su validez pública haciéndolo. De lo contrario se evidencia que el discurso no tiene correlato con el mundo de lo posible o bien que el fulano era un mentiroso.
Deberíamos escribir mucho para trazar alguna senda hacia el interior de los partidos que oriente a un dinamarqués acerca de cuál es la ideología del Peronismo, del Radicalismo, del Socialismo, el Ari o del Frente Grande por citar algunas de las vertientes, máxime cuando se las encuentra en la oposición y también en el oficialismo.
Si bien la función pública tiene como destinataria a toda la sociedad debe ubicar su primer objetivo en el eslabón más débil. El rol de estado que exhibe la política que tiene el sol en el logo y la K en la camiseta constituye una mediación de intereses donde se protege el más grande: el del pueblo; constituido por un capital de millones de sueños, anhelos, ilusiones y deseos de justicia.
Enfrente, algunos contraponen un interés empresario con un capital constituido por pesos, dólares o acciones. Ningún compañero puede dudar acerca de cual resulta la opción apropiada.
Un funcionario progresista es un compañero, un tipo decente y honrado, que representa al Estado asumiendo su gestión como una carga y no como un privilegio.
Representa al pueblo y al proyecto a partir de su trabajo, no de su presencia porque la política no se legitima con el pecho sino con el lomo. Nuestros representantes deben trabajar más que los representados. Y esto es un sinónimo absoluto de la calidad de su trabajo, pero también de su cantidad.
Un compañero en la función es alguien que persigue el interés general en pos del mejoramiento de la situación precedente a su designación. El pragmatismo es cintura, nunca traición.
Ahora, que es tiempo de concertación sería bueno poner algunas vituallas sobre la mesa, sería interesante que cada quien realice su propuesta pero también su autocrítica porque aquí en Mar del Plata la gestión es decididamente mala, por resultados y también por concepción. “Cada uno debe asumir el proyecto que le corresponde y decírselo a la sociedad”, porque tal vez pensemos lo mismo o tal vez no.
Ahora, que estamos tratando de presentar una concertación -no confundir con concentración-, aparecen actores confundidos: sobre la democracia, sobre la realidad, sobre la historia, la gestión pública e inclusive sobre qué es la política. De qué trata lo que pretendemos llamar progresismo, proyecto nacional y popular, nueva política, era K o Concertación.
Afirmamos la trascendencia fundante de la palabra como expresión de las ideas aunque esta puede relativizarse hasta su desintegración cuando se ocupan lugares de representación. El candidato llega por lo que piensa y luego dice pero debe probar su validez pública haciéndolo. De lo contrario se evidencia que el discurso no tiene correlato con el mundo de lo posible o bien que el fulano era un mentiroso.
Deberíamos escribir mucho para trazar alguna senda hacia el interior de los partidos que oriente a un dinamarqués acerca de cuál es la ideología del Peronismo, del Radicalismo, del Socialismo, el Ari o del Frente Grande por citar algunas de las vertientes, máxime cuando se las encuentra en la oposición y también en el oficialismo.
Si bien la función pública tiene como destinataria a toda la sociedad debe ubicar su primer objetivo en el eslabón más débil. El rol de estado que exhibe la política que tiene el sol en el logo y la K en la camiseta constituye una mediación de intereses donde se protege el más grande: el del pueblo; constituido por un capital de millones de sueños, anhelos, ilusiones y deseos de justicia.
Enfrente, algunos contraponen un interés empresario con un capital constituido por pesos, dólares o acciones. Ningún compañero puede dudar acerca de cual resulta la opción apropiada.
Un funcionario progresista es un compañero, un tipo decente y honrado, que representa al Estado asumiendo su gestión como una carga y no como un privilegio.
Representa al pueblo y al proyecto a partir de su trabajo, no de su presencia porque la política no se legitima con el pecho sino con el lomo. Nuestros representantes deben trabajar más que los representados. Y esto es un sinónimo absoluto de la calidad de su trabajo, pero también de su cantidad.
Un compañero en la función es alguien que persigue el interés general en pos del mejoramiento de la situación precedente a su designación. El pragmatismo es cintura, nunca traición.
Ahora, que es tiempo de concertación sería bueno poner algunas vituallas sobre la mesa, sería interesante que cada quien realice su propuesta pero también su autocrítica porque aquí en Mar del Plata la gestión es decididamente mala, por resultados y también por concepción. “Cada uno debe asumir el proyecto que le corresponde y decírselo a la sociedad”, porque tal vez pensemos lo mismo o tal vez no.
¿Compromiso?
Aquí se ha dado en la tecla renombrando las tasas como Servicios Urbanos ya que avergüenza enviar facturas a barrios carentes de alumbrado, de barrido y de limpieza. Toda una torpeza resultó modificar la forma en que se realiza el cálculo que, además de producir usurarios incrementos, ha dejado al criticado Montoya como si fuera un derrochón. Una regla elemental de la economía explica que cuando el precio de un bien (la tasa) sube, su demanda (pago) baja. Si es invisible, peor. Y si hasta ahora cada dos facturas emitidas se abona una, el aumento desmedido no incrementará el ingreso sino la incobrabilidad.
La recaudación anual por concesión de balnearios es menor que el gasto que demanda el item guardavidas. Los ingresos por publicidad resultan absolutamente irrisorios y las exenciones, una festichola.
Se anticipa un aumento de las facturas de Obras Sanitarias superior al 10% de una empresa que se sirve de aguas con altos porcentajes de contaminación.
Han autorizado aumentos del boleto de colectivo mayores a los índices inflacionarios, se ha modificado la forma de pago con la generalización obligada de las tarjetas magnéticas produciendo una transferencia anticipada de los usuarios hacia las empresas por viajes no realizados. Se ha eliminado la gratuidad del boleto estudiantil y se camina hacia el final del boleto docente. Algún creativo tantea cambiar otra vez el sistema de cobro imponiendo monederas!
La redistribución de la riqueza es uno de los ejes de nuestra política aunque mientras el gobierno nacional propicia aumentos salariales menores al 20%, otorgar un 40% a los municipales constituye un acto de irresponsabilidad en un distrito virtualmente quebrado y donde los funcionarios políticos con rango de Director han sido pasados a planta permanente.
El tanteo hacia la municipalización del Hotel Provincial presagia que quizás la ciudad tenga en la mira la creación de otra Liechtenstein entre Sarmiento y Arenales y desde Avenida Colón al Océano. Un supuesto apoyo hacia la educación municipal se manifiesta construyendo alguna escuela de tanto en tanto y en la posibilidad de incrementar la planta de personal que termina pagando la Provincia.
El Código de Ordenamiento Territorial es cuestionado por vetusto, hipermercados y paquetas torres de departamentos prometen seguir modificando la geografía y la actividad económica, no en favor del desarrollo local sino de los empresarios que desean “invertir en la ciudad”. Ah, también se relocalizó la Villa de Paso para darle dignidad a la gente humilde.
La empresa licenciataria de la recolección de basura ha recibido millonarios presentes por parte del municipio incluso con retroactividad y el predio de disposición final se ha definido en el ejido urbano, hay basura en todos lados.
El estado de las calles es incuestionablemente desastrozo, la seguridad no es un tema municipal como tampoco la salud. El tránsito es un problema nacional y como la provincia se queda con lo que la ciudad produce, para qué recaudar con efectividad.
La política nacional de Derechos Humanos ha sido acompañada con tanta discreción que casi ningún funcionario ha osado acercarse a marchas o actos conmemorativos.
Inspección General es un área muy previsible, cualquier comerciante sabe cuándo vendrán los inspectores a quienes esperan con entusiasmo y buena voluntad.
“No es prudente ir camuflado, ni por estar junto a ti, ni por ir a ningún lado” canta Serrat en una lírica verdaderamente progresista cuyo gusto seguramente compartimos militantes comprometidos y de diverso origen; usamos jeans sin planchar con zapatillas y gustamos leer a Don Arturo. A priori, no parece que el andar de algunos dirigentes tenga lazos muy sólidos con lo que anhelamos de las políticas públicas necesarias para gestionar nuestra comunidad y probablemente la clave esté escondida en aquella misma canción “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
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