Cualquiera sabe que vivir en Buenos Aires tiene grandes diferencias con respecto a otros distritos. Laburar en la capital implica un mejor sueldo, movilizarse al menos una hora diaria, tomar el subte, tren o bondi cotidianamente y taxi cuando recién se ha cobrado, nunca volver a casa a almorzar, usar mucho el teléfono, si es el del empleador mejor, acostumbrarse al ruido, a la desconfianza permanente, a los que caminan rápido, a diarios y revistas atestados en cada esquina, a cinco maxikioscos por cuadra, a las chicas perfumadas de oficina y a los hombres de oficina. Porque todos parecen trabajar en oficinas donde la tarea se hace en computadora que termina en planillas atiborrando obesos biblioratos.
Los motoqueros son producto imprescindible de nuestra capital donde algo siempre tiene que moverse. El delivery es su contracara porque yo no voy a la pizza sino que es la pizza la que viene hacia mí.
Las ganas de fumar se llevan a la vereda junto con la necesidad de comer una barrita de cereal cada dos horas y volver al escritorio con un yogurt en una bolsita de nylon.
Viviendo el Buenos Aires uno no sabe como se llama casi nadie, ni tampoco se preocupa mucho.
Toneladas de papel y cartón alimentan la pobreza que sobrevive revolviendo entre los errores y los excesos de cada jornada de microcentro.
La televisión que miramos en Argentina es decididamente porteña, tanto como la radio y los diarios. El raiting, fenómeno interesante para pensar, tiene en cuenta lo que prefieren los capitalinos. El fútbol se juega en Buenos Aires amén de que los goles puedan gritarse desde más lejos, recitales y conciertos casi todos los días de artistas que saludan “Hola Argentina” como si allí estuviera la patria entera.
Porteños orgullosos, tacheros sabelotodo con increíble habilidad para detectar al forastero, limpiavidrios y zanquistas con cronómetro incorporado, palomas que se reúnen llevando paz o aliviando su hambre con el maíz de los turistas.
Gimnasios con vista a la calle, calles con vista a las chicas y chicos de los gimnasios, pibes que esperan toda la madrugada para comprar el último libro de Harry Potter.
Hospitales atestados de pobres que cruzan la avenida para seguir vivos. Porque en la Capital tenés que tener una prepaga para no hacer cola a las 4 de la mañana, Buenos Aires es muy hostil con la pobreza tanto como con el peatón.
Los motoqueros son producto imprescindible de nuestra capital donde algo siempre tiene que moverse. El delivery es su contracara porque yo no voy a la pizza sino que es la pizza la que viene hacia mí.
Las ganas de fumar se llevan a la vereda junto con la necesidad de comer una barrita de cereal cada dos horas y volver al escritorio con un yogurt en una bolsita de nylon.
Viviendo el Buenos Aires uno no sabe como se llama casi nadie, ni tampoco se preocupa mucho.
Toneladas de papel y cartón alimentan la pobreza que sobrevive revolviendo entre los errores y los excesos de cada jornada de microcentro.
La televisión que miramos en Argentina es decididamente porteña, tanto como la radio y los diarios. El raiting, fenómeno interesante para pensar, tiene en cuenta lo que prefieren los capitalinos. El fútbol se juega en Buenos Aires amén de que los goles puedan gritarse desde más lejos, recitales y conciertos casi todos los días de artistas que saludan “Hola Argentina” como si allí estuviera la patria entera.
Porteños orgullosos, tacheros sabelotodo con increíble habilidad para detectar al forastero, limpiavidrios y zanquistas con cronómetro incorporado, palomas que se reúnen llevando paz o aliviando su hambre con el maíz de los turistas.
Gimnasios con vista a la calle, calles con vista a las chicas y chicos de los gimnasios, pibes que esperan toda la madrugada para comprar el último libro de Harry Potter.
Hospitales atestados de pobres que cruzan la avenida para seguir vivos. Porque en la Capital tenés que tener una prepaga para no hacer cola a las 4 de la mañana, Buenos Aires es muy hostil con la pobreza tanto como con el peatón.
Imponentes centros comerciales que inducen a pensar que uno está en otro mundo, con clima artificial y mucha luz, plantas y flores, oxígeno y ozono. Restaurantes que preparan sus platos con ingredientes inconseguibles, barrios que trocan sus nombres para que el Soho sea más amigable y que la mismísima Hollywood cambie su genero. Y Puerto Madero, monumento del 1 a 1, de los indultantes 90 bautizando sus calles con el nombre de mártires de la represión de la dictadura.
La política no nace del abstracto se alimenta, crece y se desarrolla en su contexto. De ahí que la problemática de Buenos Aires, con un nivel de vida cuatro veces superior al resto del país, resulte trascendente para quien vive en sus calles y una cuestión de la tele para los demás.
Las marchas piqueteras y los cortes de calle, las huelgas en los subtes, el descalabro de los servicios ferroviarios complican la cotidianeidad de aquellos ciudadanos. A veces, y será tal vez la enorme penetración cultural que ejercen los medios, entramos en una vorágine ajena creyendo que lo que les pasa, nos pasa.
Mientras en el interior grande la democracia se representa mayoritariamente discutiendo, en la capital sólo optando. Los parámetros de elección son también distintos. Pesan las alianzas, militancia, organización y articulación de referencias más allá de la Gral. Paz y las estrategias de marketing y comunicación en un territorio acostumbrado a comprar por el envase. No es lógico suponer que “política” sea lo mismo en Chacarita, Belgrano, Lomas de Zamora, Rosario o en Dolores.
Como está dicho los porteños son tipos distintos. Sus preocupaciones son originales con respecto al resto de la población. Y esto no es una valoración subjetiva y muchísimo menos una subestimación. Es razonable reconocer la diferencia.
Con ganas de renovar
“Mauricio” no es Macri, porque es conveniente presentarlo como a un muchacho joven, exitoso y común al que le encanta la vida sana y el deporte. Como Marcelo que dejó de ser Tinelli a pesar de los millones de dólares que ha sabido producir. Macri que es todavía más millonario, es un empresario de esos de los que la gente desconfía. Macri es el príncipe de una corona construida por un rey octogenario al que le encantan las pibas de veinte y las fiestas privadas. Tipos que han fabricado guita por derecha, con la derecha y también por zurda.
La idea es que creamos que Mauricio vive en su departamento preocupado por la seguridad, el transporte y la basura y que ni se nos ocurra suponer que ocupa una mansión, custodiado por agentes propios, que elige el auto y el chofer cotidianamente y que no tiene ni idea donde está el tacho de su propia cocina.
Tener como vice a Gabriela Michetti es Pro, porque es mujer, agradable, locuaz, piola, formada y sufrida. Gabriela también abandonó el apellido aunque nunca la fuerza, la energía y la voluntad. Hace poco dijo que extraña bailar, lo hizo con Mauricio festejando la primera vuelta.
El logo del Pro es una flechita hacia delante, como el símbolo de un “play” que está por poner en marcha a una ciudad detenida. Tal vez alguien haya notado que en la campaña anterior el color de la gráfica era el azul, en esta son el negro y el amarillo, como los taxis tan característicos que toma la clase media y donde el destino no lo decide el chofer sino el que va atrás. Amarillo, cuya simbología representa alegría, inteligencia, sabiduría, intuición, espiritualidad, acción y poder (¿los colores se eligen al azar?) Y amarillo para que nadie olvide a boquita.
Pro no es el nombre de un partido es una marca trabajada por el publicista Ernesto Savaglio a la que le cabe cualquier cosa, positiva obvio; saltar es Pro, cantar es Pro, portarse bien es Pro, levantar la caca del perro es Pro. Enunciar propuestas (temas) es Pro, ser breve es Pro, explicarlas es aburrir, hablar del pasado es aburrir, debatir la historia es aburrir, es instar al zapping a una sociedad a la que no le gusta perder tiempo.
No coincido con aquellos que plantean un eventual triunfo del Pro como el regreso de la derecha. Creo sí en el vacío de la discusión política metropolitana zanjada con estrategias de mercado y en los caminos hacia delante que aquí se abren: profundizar, mejorar y fomentar la militancia, aggiornar la dirigencia abriéndola en serio a instancias de participación y construcción nuevas y atractivas para la ciudadanía capitalina o convertir nuestra política también en producto.
Trampa, porque mientras la política transforma a partir de las ideas, el marketing sólo disfraza, y si optamos por este camino no llegará la derecha sino algo bastante peor.
La política no nace del abstracto se alimenta, crece y se desarrolla en su contexto. De ahí que la problemática de Buenos Aires, con un nivel de vida cuatro veces superior al resto del país, resulte trascendente para quien vive en sus calles y una cuestión de la tele para los demás.
Las marchas piqueteras y los cortes de calle, las huelgas en los subtes, el descalabro de los servicios ferroviarios complican la cotidianeidad de aquellos ciudadanos. A veces, y será tal vez la enorme penetración cultural que ejercen los medios, entramos en una vorágine ajena creyendo que lo que les pasa, nos pasa.
Mientras en el interior grande la democracia se representa mayoritariamente discutiendo, en la capital sólo optando. Los parámetros de elección son también distintos. Pesan las alianzas, militancia, organización y articulación de referencias más allá de la Gral. Paz y las estrategias de marketing y comunicación en un territorio acostumbrado a comprar por el envase. No es lógico suponer que “política” sea lo mismo en Chacarita, Belgrano, Lomas de Zamora, Rosario o en Dolores.
Como está dicho los porteños son tipos distintos. Sus preocupaciones son originales con respecto al resto de la población. Y esto no es una valoración subjetiva y muchísimo menos una subestimación. Es razonable reconocer la diferencia.
Con ganas de renovar
“Mauricio” no es Macri, porque es conveniente presentarlo como a un muchacho joven, exitoso y común al que le encanta la vida sana y el deporte. Como Marcelo que dejó de ser Tinelli a pesar de los millones de dólares que ha sabido producir. Macri que es todavía más millonario, es un empresario de esos de los que la gente desconfía. Macri es el príncipe de una corona construida por un rey octogenario al que le encantan las pibas de veinte y las fiestas privadas. Tipos que han fabricado guita por derecha, con la derecha y también por zurda.
La idea es que creamos que Mauricio vive en su departamento preocupado por la seguridad, el transporte y la basura y que ni se nos ocurra suponer que ocupa una mansión, custodiado por agentes propios, que elige el auto y el chofer cotidianamente y que no tiene ni idea donde está el tacho de su propia cocina.
Tener como vice a Gabriela Michetti es Pro, porque es mujer, agradable, locuaz, piola, formada y sufrida. Gabriela también abandonó el apellido aunque nunca la fuerza, la energía y la voluntad. Hace poco dijo que extraña bailar, lo hizo con Mauricio festejando la primera vuelta.
El logo del Pro es una flechita hacia delante, como el símbolo de un “play” que está por poner en marcha a una ciudad detenida. Tal vez alguien haya notado que en la campaña anterior el color de la gráfica era el azul, en esta son el negro y el amarillo, como los taxis tan característicos que toma la clase media y donde el destino no lo decide el chofer sino el que va atrás. Amarillo, cuya simbología representa alegría, inteligencia, sabiduría, intuición, espiritualidad, acción y poder (¿los colores se eligen al azar?) Y amarillo para que nadie olvide a boquita.
Pro no es el nombre de un partido es una marca trabajada por el publicista Ernesto Savaglio a la que le cabe cualquier cosa, positiva obvio; saltar es Pro, cantar es Pro, portarse bien es Pro, levantar la caca del perro es Pro. Enunciar propuestas (temas) es Pro, ser breve es Pro, explicarlas es aburrir, hablar del pasado es aburrir, debatir la historia es aburrir, es instar al zapping a una sociedad a la que no le gusta perder tiempo.
No coincido con aquellos que plantean un eventual triunfo del Pro como el regreso de la derecha. Creo sí en el vacío de la discusión política metropolitana zanjada con estrategias de mercado y en los caminos hacia delante que aquí se abren: profundizar, mejorar y fomentar la militancia, aggiornar la dirigencia abriéndola en serio a instancias de participación y construcción nuevas y atractivas para la ciudadanía capitalina o convertir nuestra política también en producto.
Trampa, porque mientras la política transforma a partir de las ideas, el marketing sólo disfraza, y si optamos por este camino no llegará la derecha sino algo bastante peor.
2 comentarios:
SANDRA DE RAEDEMAEKER
HOLA LA VERDAD ES QUE LA REALIDAD NOS SUPERA DÍA A DÍA
SIEMPRE ME PREGUNTO SI EL POBRE QUE NO TIENE PARA COMER,
AQUEL QUE NACIÓ SIN LA "POSIBILIDAD", SABRÁN ELLOS EL SIGNIFICADO
DE LA PALABRA? AQUEL QUE MIRA EL TECHO CUANDO LLUEVE PORQUÉ NO SABE
EN QUE MOMENTO SE LE DERRUMBA, AQUEL QUE EL FRÍO NO LE PERDONA LA JORNADA
ESE SER HUMANO POR SOBRETODO, QUE SE ABRIGA DE LA DESESPERANZA , Y PORQUÉ
NO DE LA FALSA ILUSIÓN, QUE NUESTROS POLÍTICOS ORINAN SOBRE SUS HERIDAS.-
QUIEN ES MACRI ?? QUE SOS MACRI?? CONOCÉS EL FRÍO QUE NO SEA DE ALGÚN LUGAR
DE SKY? CONOCES EL HAMBRE QUE NO VENGA DE ALGÚN AYUNO O DE LA DIETA?
COMO TE IDENTIFICÁS CON EL NECESITADO?? A QUE SE DEBE ESTE COMPROMISO??
DAME UNA RAZÓN PARA QUEDARME EN ESTE PAÍS QUE ESTÁ TAN MALTRATADO ,
QUE LE DIGO A MIS HIJAS , QUE SON LOS GUARDIAS LOS QUE NOS DEBEN CUIDAR?
EN ESTE MECANISMO DE BARRIOS CERRADOS ,DONDE SE SUPONE QUE TENGO QUE AGRADECER
VIVIR?? DISCULPAME NO ME PUEDO MENTALIZAR.- TODO ES MIEDO ,CRECEMOS EN EL LETARGO
DANOS UNA RAZÓN PARA VOLVER A CREER EN US. PERO CON PALABRAS SIMPLES
COMO LAS QUE YO TE ESTOY ESCRIBIENDO.-
SALUD, TRABAJO, LIBERTAD , SEGURIDAD ,Y UN PUESTO TODO CON DIGNIDAD ES LO BÁSICO...
ES LO QUE QUEREMOS.-
Oi, achei teu blog pelo google tá bem interessante gostei desse post. Quando der dá uma passada pelo meu blog, é sobre camisetas personalizadas, mostra passo a passo como criar uma camiseta personalizada bem maneira. Até mais.
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